martes, 9 de octubre de 2012

Mi mejor amigo Ruffo

Hace tiempo que conocí a mi buen amigo Ruffo. Nuestro amor ha sido tan grande, que hoy en día, nadie nos puede separar. Él, es un pequeño amiguito de pelo plateado como la luna con franjas tan obscuras como la misma noche, pero un carácter parecido al del sol; agresivo a quien lo ve a simple vista y agradable para quien lo siente a su alrededor.

Mi pequeño amigo, proviene de dos especies completamente distintas; su madre era una hermosa loba blanca, mientras que su padre era un tigre de bengala, fuerte y feroz. Por desgracia, un ser tan raro como él, no era bien aceptado en ninguna manada.

Él día en que nos conocimos, yo andaba en un viaje de exploración. En mi travesía, visité un bosque tropical al sur de la región donde habito, donde caminaba sin saber a dónde ir. Me sentía sola, con frío y perdida en aquel lugar, y para colmo, la lluvia asistió a mi encuentro. Caminé deprisa a refugiarme del agua en una cueva húmeda al fondo del bosque, cuando de la nada, un pequeño felino apareció… —no, no era un felino… ¿era un canino?… No, tampoco podía ser un canino, ¿Entonces qué es?— pensé. El pequeño animalito tenía unas pequeñas orejas triangulares, una cola muy peluda, un hocico con terminación chata como la de un felino y unas palas delgadas y torneadas de un lobo.

Me acerque despacio a él y acariciando suavemente su pelaje le pregunté:

   ¿Qué haces aquí tan solito?

Sus ojos me miraron desconcertados y temerosos. Entonces lo miré detenidamente: temblaba de frío, tenía heridas en todo el cuerpo que parecían causadas por un animal más grande y fuerte que él.

—No me temas, no te hare daño— dije — Quiero ayudarte a volver con tu familia, pero necesito que me digas cómo te llevo con ellos.

Entonces, el pequeño animalito, tímidamente se acercó.

—No tengo familia— contestó y sus ojos se comenzaron a humedecer. — Hoy cuando desperté, vi a mi madre partir con toda la manada, quise ir a donde iba, pero ella solo me miró con tristeza y dio media vuelta. Entonces comprendí que no podía seguirla —hizo una breve pausa— y mi padre… cuando quise ir a buscarlo para que me dejara quedarme con él, con desprecio y repulsión comenzó a atacarme.

Al oír esto, comencé a llorar y lo abrace. Ninguno de los dos teníamos un hogar al cual pertenecer. Lo tome entre mis brazos y lo apreté contra mi pecho con cariño.

   ¿Cómo te llamas pequeño? — le pregunté.

—No tengo un nombre, nunca fui reconocido por la manada, por lo que nunca gané ese derecho. — contestó con tristeza.

—Pues ahora lo tendrás, te llamarás Ruffo y de hoy en adelante seremos los mejores amigos.

De pronto, sus ojos se iluminaron de alegría, ya no temía más. Y ahora, tanto él como yo, teníamos alguien por quien seguir.

Entonces una alarma de las 6:00 am me hizo despertarme para ir al colegio. La decepción me invadió, me sentí sola nuevamente, hasta que descubrí que todo eso no fue un sueño, Ruffo era real, y descansaba a un lado de mí, tranquilo y cálido, como un sol, el sol que le dio luz a mi corazón.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Retorno a una nueva vida


Paz, tranquilidad y armonía… Tres sensaciones difíciles de sentir en un lugar en éste mundo… ¿Estaré muerto? No veo nada a mi alrededor. El pasillo parece ser muy pequeño como para que pueda irme fuera del camino. Y la obscuridad, opacada por tan solo esa luz blanca al final del camino. Si, parece que éste es mi fin.
Con paso lento, comienzo a recordar y considerar todos aquellos momentos en los que desperdicie preocupándome por cosas insignificantes y enojándome por pequeños errores. Y ahora, poco a poco camino a lo que hay detrás de éste mundo, llegando al otro lado de la vida a comenzar una nueva era… Si existe una.
Recuerdo el último momento en que tuve los ojos abiertos. Mi novia iba a mi lado, llorando y rogando porque no terminara nuestra relación. Me abrazaba e intentaba detenerme. Y yo, enfadado… Decidí no escucharla. Ahora que me siento más tranquilo, creo que debí hacerlo, seguramente ella tenía razón y ese hombre, el tal Panchito, la beso en contra de su voluntad. ¡Cómo desearía tenerla a mi lado ahora!
Mi querida novia, mi hermoso y apasionado vicio a sus besos y caricias… Desearía nuevamente sentir tus manos y labios al desvestir mis ropas en aquellos momentos de magia. Pero ahora, sólo en éste camino, no me queda más que considerar aquellos instantes que no volverán jamás.
Ella era una mujer hermosa. Era alta y de cabello rubio, largo y ondulado. Sus ojos parecían mostrar el azul del cielo, y su piel era de color claro y de suave consistencia. ¿Cuánto debe extrañarme? Seguramente llora por mi ausencia y se culpa por aquel momento de mi idiotez. “¿Cómo poder verte mi princesa?” No dejo de buscar la manera… Entonces… ¿Qué sigo haciendo en un camino que no quiero seguir? Es aquí cuando he decidido cambiar de opinión y regresar por el camino que he estado recorriendo. Éste no es mi fin, yo debo regresar con ella… Oh mi amada musa, ahora vuelvo a ti.
En un cuarto de hospital, el médico atendía a un joven hombre que atentó contra su vida. Los médicos hacían todo lo posible por rescatarlo.
-       Ya no podemos hacer más – dijo uno de los médicos – el joven ha muerto. Hora de muerte 11:45 pm, avísenle al familiar.
La chica, preocupada, esperando con impaciencia noticias de su novio, recibe un mensaje en el celular, al que ella no le da importancia. De pronto, un hombre sale a dar informes.
-       Familiares del paciente de la cama 5 – gritaron desde la puerta.
En el corazón de la chica se hizo un hueco.
-       Soy la novia – dijo la chica mientras se acercaba.
-       Lo sentimos, su novio murió – diciendo esto, el hombre le entregó los objetos personales que había tenido el joven cuando se le había encontrado herido en un callejón.
La chica comenzó a gritar del dolor que la cubrió. Ella no dejaba de sentir culpa por no disculparse con él antes de que todo eso se complicara así. Lloro y lloro por un largo rato… Entonces sacó su celular, y cuando lo hizo, vio un mensaje registrado del teléfono de su novio. Hora de llegada del mensaje: 11:52 pm.
“Oh mi querida musa de todas mis locuras, se que ésta partida te debe doler, pero no llores más por mí, que yo nunca me iré… Siempre que lo necesites estaré ahí… Seré tu sombra, tu luz y tu camino a seguir cuando lo necesites. Por favor no te rindas y luchemos ahora, más juntos que nunca.”
Con amor
“Tu más apasionado admirador”

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Una cita en el Crepúsculo


Y ahí estaba yo, como cada tarde cuando el sol caía a esconderse de tras del horizonte. El parque que estaba a la vuelta de la calle de mi hogar, tenía muy buena vista para observar aquella escena tan hermosa de cada día. Pero a pesar de ser algo tan repetitivo, siempre era distinto. El viento soplaba, las estrellas comenzaban a aparecer, y yo, sentada bajo el árbol de siempre, esperando que la noche llegara.

Aún cuando lloviera, nevara, hiciera mucho calor o hiciera frío, ya que yo siempre tenía una cita ahí, siempre esperaba a mi mismo acompañante, y como siempre, él llegaba con puntualidad a ese lugar. Siempre lucía igual, con su color rojizo, naranja y posteriormente obscuridad, pero siempre se veía espectacular.

En una de todas esas citas, recuerdo bien cuando lloraba. Las lágrimas rodaban por mis mejillas, la desilusión era algo deprimente. Llorando y confundida observe como siempre aquel atardecer, ahora con una enorme confusión. ¿Cómo era posible que el sol pudiese llevar siempre una misma rutina y no cansarse de lo mismo? ¿Por qué no perdía su camino? Mire hacia las nubes, esa tarde estaba el clima templado. Me encontraba perdida y fuera de mi camino.

— ¿Estás bien? — Me dijo un chico que se acercaba a mí que vestía ropas andrajosas y sucias.

—Sí, ¿Por qué no debería estarlo? — le dije sin mirarlo y con la mirada foja al hermoso Crepúsculo.

El chico se quedó en silencio por un momento y se sentó a mi lado. Me desesperaba que las personas hicieran eso, ¿Qué no podía simplemente decir lo que quería e irse?

Las personas me consideraban una persona desagradable y muy pocos en realidad estaban a mí lado. Pero él no, él simplemente se sentó ahí mirando el anochecer a mi lado. Hasta que me vi obligada a hablar.

— ¿Qué es lo que quieres? —dije en tono cortante, esperando que entendiera que me molestaba su presencia.

— ¿Yo? Nada—dijo de igual manera — ¿Y tú?

Me quede callada y molesta, era obvio que no entendió la indirecta.

—No me agrada tu presencia aquí, vete — lo agredí, esperando que así comprendiera que no lo quería cerca.

Me ignoró completamente.

— ¿Oíste lo que te dije? ¡Quiero que te vayas!

Siguió sin poner atención en lo que le decía.

—No planeo quedarme aquí a pelear contigo. Si tú no te vas, yo me iré.

Me puse en pie, y me fui lo más rápido posible del parque. Estaba muy enfadada con ese suceso, después de 5 años en que visité siempre el Crepúsculo, ese día no pude verlo completo. Ya no tenía nada más que hacer, solo me arroje sobre mi cama y dormí.

Al día siguiente, rogué desde muy temprano que cayera la noche, contaba las horas, los minutos e incluso los segundos hasta que fuera la hora de ir al parque. Deseaba con toda el alma descansar bajo aquel árbol, mientras veía caer la noche. Poco a poco se acercó el momento, y por fin, fui a visitar aquel mismo lugar.

Estaba muy alegre, el día era muy agradable, pero toda aquella felicidad se opacó al ver al chico de un día anterior. Me puse de malas, quería maldecir todo, pero ésta vez, ni él ni nadie lograría correr de ese lugar jamás. Fingí no verlo ahí.

Pasó un buen rato, él estaba sentado a un escaso medio metro de mí, como una estatua inerte. Miraba al horizonte fijamente. Esta vez algo llamo mi atención, el chico traía la misma ropa de antes. No resistí nuevamente aquel silencio y le hable.

— ¿Puedes decirme por qué estás aquí? — pregunté con tranquilidad.

—No lo sé —respondió.

— ¿Cómo puedes no saberlo?­

—Pues realmente no lo sé, llevo mucho tiempo vagando, todos fingen no escucharme, ignoran mi presencia, y caminan sin ayudarme.

—Pero yo no lo he hecho, yo sé que estas aquí, te veo, te escucho ¿En qué quieres que te ayude?

—Tal vez tampoco puedas ayudarme, ya que ni tú misma puedes ayudarte.

Eso me confundió.

— ¿A qué te refieres con eso? —dije.

—Solo mírate, vienes aquí todos los días, te sientas, miras el crepúsculo y siempre haces lo mismo, todos tus días pasan uno igual al otro, siempre atada a un mismo día, un mismo recuerdo, y tan solo eso, un recuerdo — dijo como si me conociera de siempre.

— ¿Cómo puedes decir eso? Tú ni siquiera me conoces, ¿Cómo sabes que siempre hago lo mismo? —dije molesta.

—Simplemente lo sé porque somos iguales, seguimos un mismo destino.

—Eso no es verdad, no puedes ser igual que yo, ¿Cómo te atreves a insultarme así? No quiero que me compares contigo —sentí miedo, parte de mí insistía en que el chico tenía la razón en lo que decía. Por otra parte, no podía saber si estaba en lo cierto si ni siquiera comprendía lo que me quería dar a entender.

—Tú sabes que lo que digo tiene mucho sentido. ¿Acaso no te das cuenta? Al igual que yo, eres simplemente un recuerdo, ya no eres quien eras antes, ahora simplemente eres un recuerdo. Hace 5 años que has estado vagando, eso lo sé. Vienes aquí porque siempre deseaste ver caer la noche aunque tus ojos no veían. Ahora, al igual que yo, solo eres un recuerdo del pasado sin encontrar tu camino.

—Estás loco, déjame tranquila. No estoy muerta, no puedo estar muerta —grite y salí corriendo.

Era imposible que estuviera muerta, si estuviera muerta, no podría hablar con nadie más. Pensé por un momento en las personas con las que últimamente había hablado, y no había nadie, todos ignoraban lo que les decía, y esa era la causa por la que me aislé de todo. Y de ello tenía 5 años, todos me habían dejado de dirigir la palabra después del accidente del auto.

Me aterre, no quería aceptar que estaba muerta, pero comencé a creerlo,

Estaba perdida, necesitaba aliviar mi dolor, corrí por mucho rato, pero me di cuenta que en ningún momento salí del mismo lugar, siempre rodee el parque, corriendo en círculos. Me era imposible salir de ahí, ni por más que lo intentará lo logre.

Caí de rodillas al suelo al sentirme desesperada.

— ¿Te das cuenta de la verdad? No puedes salir de aquí sola. Necesitas ayuda, y yo puedo ayudarte, ambos saldremos de aquí juntos e iremos al más allá ¿Te parece? —dijo extendiéndome su mano.

Lo miré a los ojos, sus ojos mostraban sinceridad y me ayudó a confiar en él.

—Sí, lo he comprendido, y no quiero ir sola, vamos juntos.

Ambos caminamos sujetados de las manos con fuerza hacia el horizonte, caminamos con firmeza hasta el final del Crepúsculo.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Heridas de una Rosa

PROLOGO
 
 
 
Una rosa, una flor quizá muy hermosa que puede verse como una muestra de amor, de vida, de dulzura y como símbolo de reconciliación entre quienes se sienten aprecio. Son muchos los significados que pueden dársele; pero, ¿acaso alguien ve las espinas que hieren? Les apuesto a que pocas personas lo ven. Posiblemente yo no fui de esas personas, y solo cuando nos toca pagar los errores que cometemos, es cuando nos damos cuenta de ello.
 
Es lamentable saber que con más tiempo que pasa, comenzamos a perder el significado de lo que son los daños que podemos causar; y cuando algo realmente malo sucede no lo afrontamos con la madurez que deberíamos. Hay quien diga que yo soy la peor persona para hablar de madurez, de manera personal quisiera responder a ellas que como muestra de mis errores y arrepentimiento, aunque sea tarde –o realmente muy tarde– para ello, quiero hablar sobre mi experiencia. Para ello debemos comenzar desde el principio.
 
Mi nombre es Jared, soy un vampiro, y a causa de mis enormes errores que he cometido en todo el trayecto de mi existencia, ahora, estoy completamente solo. Y ésta es mi historia.

Próximamente en heridasdeunarosa.blogspot.com... No te lo puedes perder!!